Ensayo sobre FRANCISCO ANTONIO DE ZELA
ZELA : PRECURSOR DE LA
LIBERTAD PERUANA Y AMERICANA
(Ensayo)
Han transcurrido 158 años de la proeza de
Francisco Antonio de Zela y Arizaga. Su figura, a medida que pasa el tiempo,
adquiere solidez de bronce indestructible y resplandeciente de eternidad.
La noche memorable del jueves 20 de Junio de 1811, le acompaña un numeroso
grupo de tacneños: elementos visibles como Pedro Gil de Herrera, el Cacique del
pueblo Toribio Ara y a su hijo José Rosa Ara, los hermanos José y Rafael Gavino
de Barríos; Ramón Copaja, cacique de Tarata; algunos milicianos, campesinos
representativos de los ayllos del valle y varios artesanos.
Con la captura violenta y sorpresiva del cuartel de caballería -Regimiento de Dragones del Rey -, Se consuma el éxito de la rebelión.
Zela asume el mando político y Militar de la plaza con el honroso y significativo título del Comandante Militar de la Unión Americana.
Con la captura violenta y sorpresiva del cuartel de caballería -Regimiento de Dragones del Rey -, Se consuma el éxito de la rebelión.
Zela asume el mando político y Militar de la plaza con el honroso y significativo título del Comandante Militar de la Unión Americana.
Se ha dado el primer grito de independencia contra el dominio hispánico de
varios siglos.
Es el domingo 23 de junio cuarto día de la revolución.
Sobre la vasta pampa de Karamolle se alinean
las tropas insurgentes .
Y, a su rededor, está presente casi todo el vecindario tacneño.
Allí están los entusiastas y aguerridos jinetes venidos de Tarata y Candarave, y a cuyo frente se halla el cacique Ramón Copaja y otros naturales. Los de Pachía y Calana, con los Liendo. Los voluntarios de Sama , con Rospligiosi y Osorio. Los de Locumba e Ilabaya, con los Lupistaka, los Vertiz, los Nieto, los Sánchez y Villanueva.
Y, a su rededor, está presente casi todo el vecindario tacneño.
Allí están los entusiastas y aguerridos jinetes venidos de Tarata y Candarave, y a cuyo frente se halla el cacique Ramón Copaja y otros naturales. Los de Pachía y Calana, con los Liendo. Los voluntarios de Sama , con Rospligiosi y Osorio. Los de Locumba e Ilabaya, con los Lupistaka, los Vertiz, los Nieto, los Sánchez y Villanueva.
La fuerza organizada de futuros combatientes llega a más de mil hombres, en su
mayoría bisoños en el manejo de las armas; pero de todos modos decididos a
rendir sus vidas, si es necesario, para conseguir la libertad de la patria
oprimida.
Dan las tres de la tarde en el reloj del pueblo.
Dan las tres de la tarde en el reloj del pueblo.
Del local de la Comandancia de Armas, en
brioso caballo, seguido de una escolta de cincuenta jinetes, Zela se pone en
marcha hacia el campo donde está concentrada la tropa insurgente.
Ondean a los vientos los pendones libertarios. Resuenan músicas marciales y una
aclamación fragorosa se dilata en el espacio.
El día está claro y luminoso . En la lejanía, hacia el levante, se destaca la alta mole granítica y nevada del takora, gigantesco y perenne atalaya del valle tacneño.
- Viva la religión !
El día está claro y luminoso . En la lejanía, hacia el levante, se destaca la alta mole granítica y nevada del takora, gigantesco y perenne atalaya del valle tacneño.
- Viva la religión !
- Viva la junta Suprema de Buenos Aires !
- Viva el Doctor Castelli!
- Viva Francisco Antonio de Zela!
- Viva la patria!
Zela, al paso de su caballo se adelanta de
la escolta y deteniéndose ante la guardia de honor, que sostiene la bandera del
Río de la Plata. Las tropas bisoñas presentan armas.
El héroe está pálido y sonriente. Una intensa emoción le sacude el espíritu .
Al fin levanta su brazo armado y fuerte para romper los grilletes de la
opresión.
Y, lanza a la tropa y a la multitud aquella histórica arenga de lucha y esperanza en un nuevo destino :
Y, lanza a la tropa y a la multitud aquella histórica arenga de lucha y esperanza en un nuevo destino :
- "Tacneños! Patriotas!... Llegó la hora. Ya somos libres. Pero, esta
libertad debemos afirmarla con nuestro esfuerzo, con nuestros brazos armados,
con la fortaleza de nuestros corazones. Los pueblos de América están pendiente
de nuestra acción..."
Sesenta horas de continuado esfuerzo de múltiples y variadas impresiones; la
seria responsabilidad contraída ante el pueblo y una causa trascendente; las
horas largas de insomnio; la privanza hasta de alimentos. Todo ello ha afectado
profundamente su naturaleza psico-física.
El caudillo es víctima de un vértigo. Pero, pronto se recupera.
Los gritos de la multitud son estridentes y emocionados:
- "! Viva Zela ! "
Los gritos de la multitud son estridentes y emocionados:
- "! Viva Zela ! "
Luego el prócer es paseado en triunfo por las calles del pueblo. Resuena el
aleteo sonoro de los bronces de la iglesia parroquial.
Y, ya al atardecer, es restituido al hogar, donde lo esperan : la esposa atribulada -doña María de la Natividad Siles y Antequera - y sus hijos amorosos y de los ojos absortos.
Y, ya al atardecer, es restituido al hogar, donde lo esperan : la esposa atribulada -doña María de la Natividad Siles y Antequera - y sus hijos amorosos y de los ojos absortos.
Poco a poco se está abriendo paso la
verdad en torno al bicentenario del levantamiento armado de Francisco Antonio
de Zela, en el pueblo de Tacna, el 20 de junio de 1811.
Al parecer Zela, tuvo un temperamento
y carácter autónomo y liberal; hay evidencias de sus desavenencias con
personajes de la aristocracia española local, y comerciantes criollos; como
también con algunos que procedían de la aristocracia indígena (Toribio Ara).
Su vida pública estuvo atravesada por
tres momentos claramente distinguibles: una, primera, fidelista, como diligente
funcionario real al servicio de rey; luego otra, reformista autonomista, cuando
los sucesos de los días de la rebelión; y finalmente, una etapa de
incertidumbre en los momentos difíciles del juzgamiento y prisión.
I. ETAPA FIDELISTA
Es una etapa muy marcada de su vida en
su calidad de funcionario al servicio del rey de España, el había jurado
formalmente fidelidad para el ejercicio del cargo de balanzario, ensayador y fundidor
de las Cajas Reales de Tacna. Discurre entre los años 1792 y 1810, es decir en
plena época de la reforma borbónica y la crisis generalizada del régimen
colonial en América.
A esta etapa corresponde sus
entredichos y litigaciones con el alcalde colonial local de 1793 para que le
sea reconocida su preeminencia en la jerarquía y protocolo públicos, que según
costumbres de la época, el cargo de balanzario era equivalente al de un
ministro oficial del rey. Por 1799, Zela ya ventilaba un firme litigio con el
cacique de indígenas Toribio Ara.
Nuestro personaje, en 1796, estableció
relaciones matrimoniales con María Natividad Siles, una joven procedente de una
familia hacendada, arriera mestiza, y de compadrazgo con el hacendado criollo
Cipriano de Vargas, y Ramón Copaja, cacique de Tarata, vinculado a la arriería
y la agricultura de exportación.
El pequeño pueblo y valle de Tacna
contaba entonces con aproximadamente 7 mil habitantes, y presentaba un paisaje
natural eminentemente rural andino-occidental. Había una gran población
indígena y campesina (62%), seguida de mestizos (15%), como a un minúsculo
número de blancos criollos y peninsulares (13%); la población de origen
africano, por su parte, era algo menor a la hispana (10%). La cifra antedicha
se duplicaría si se considerara a las poblaciones de Sama, Ilabaya y Tarata.
A diferencia de lo que creyó
Cúneo-Vidal –y repiten otros-, el pueblo de Tacna de inicios de 1800, albergaba
a más peninsulares y criollos que la ciudad de Arica: radicaban en esta 140
vecinos de esta categoría, mientras a 886 “estantes españoles” en aquel pueblo.
(Cfr. Censo general de 1792 y censo vecinal de 1813). La causa fue la
concentración administrativa que fue objeto el pueblo de Tacna por las reformas
borbónicas a partir de las década de 1770 con el traslado consecuente de las
dependencias públicas desde Arica.
El pequeño núcleo de poder local
–hacendados exportadores y comerciantes peninsulares y criollos- estaba
dedicado a la arriería, la agricultura de las haciendas (vinos y aguardientes,
ají, granos) y el comercio local; mientras los pequeños agricultores y
campesinos a las actividades de panllevar de los ayllus de todo el valle. Desde
inicios de la colonia, estas actividades económicas estaban dirigidas a la gran
minería altoperuano.
II.
ETAPA REFORMISTA AUTONOMISTA
La etapa reformista – autonomista,
como reformista constitucionalista – y absolutista fue desatada por la invasión
francesa a España. El vacío de poder generado provocó el surgimiento de las
juntas de gobierno. La coyuntura continental en América hispánica giraba en
torno a su lado más avanzado políticamente: la junta de gobierno de Buenos
Aires. En ésta disputaban su conducción dos líneas: la moderada liderada por
Saavedra (monarquía constitucional) y la más radical por Moreno y Castelli
(separatismo). Sin embargo, tenían algo en común: postular el ejercicio
autónomo del gobierno provincial sin dejar de jurar fidelidad y obediencia a
Fernando VII.
Cuando Zela comenzó a conspirar, casi
a fines de 1810, debió conocer los sucesos de la llamada revolución de mayo de
Buenos Aires. Además los emisarios secretos de Castelli –vocal del gobierno de
las provincias unidas del Río de la Plata y responsable político del ejército
auxiliar del Alto Perú- debieron arribar a todo el bajo Perú, con noticias para
la ejecución de un plan conjunto de acción contra el ejército realista.
Por los años 1809, 1810 e inicios de
1811, los vecinos peninsulares del pueblo de Tacna, experimentaban momentos de
tensión y zozobra por los aprestos bélicos, y encontrarse muy próximos al
teatro de operaciones de los levantamientos políticos y militares en la Paz,
Charcas y Oruro.
Por el puerto de Arica ingresaban los
pertrechos militares como el personal del ejército colonial para luego
dirigirse al pueblo de Tacna y ascender al Alto Perú. Esta vía era
complementada por la terrestre procedente de Lima y Arequipa con igual destino.
Las cajas reales locales informaban de los extraordinarios gastos generados por
estos cuerpos militares. El “ejército del rey” enrolaba compulsivamente por
entonces a indígenas, como también se proveía de mulas y caballos” a costa de
los arrieros locales.
La noche del jueves 20 de junio de
1811, fue el momento elegido por este balanzario real, convertido de pronto en
conductor indiscutible de un movimiento que trastocaría por 4 días consecutivos
la vida cotidiana local, pero con un mensaje diamantino cargado de reforma
anticolonial. Resulta evidente que todos los preparativos supremos que dio Zela
antes del estallido venían siendo coordinados a través de emisarios secretos
con el mando político-militar de Juan José Castelli en el Alto Perú.
Sin embargo, los resultados de la
batalla de Huaqui, desarrollado el propio día de la acción de Zela, fueron
desastrosos para los intereses independentistas. El general Goyoneche que
dirigió a las fuerzas coloniales en dicha batalla, se alzó victorioso y miró
con desdén la rebelión de Zela.
El último día de la insurrección - el
24 de junio- cuando fueron emplazadas las fuerzas indígenas campesinas de los
ayllus por el cacique Ara, por orden de Zela, el destino fallido de la rebelión
ya estaba echado. Ocurrió que sólo un mínimo sector de estas fuerzas asistió a
la mentada revista. Estuvieron alrededor de 300 hombres cuando en los 8 ayllus
se contaban poco más de 1000 tributarios en ese año, sin contar a los de los
altos, como a los de Tarata, Candarave e Ilabaya.
Por eso, el historiador Rubén Vargas
Ugarte escribió en su enjundiosa Historia general del Perú “creemos que la
primera insurrección de Tacna, nacida apenas cuatro días antes de la llegada de
la noticia de la derrota de Guaqui, vino a deshacerse por sí sola, sin que
fuera menester otra causa, sobre todo siendo hasta entonces sólo parcial la
adhesión de los tacneños” (subrayado nuestro).
Sin embargo, ni antes ni poco después
de la insurrección de Zela, la estructura social, política y económica, de
Tacna se había tornado en “democrática” o alcanzado cierta “cohesión social”;
simple y esencialmente la sociedad colonial permaneció como siempre: clasista,
estamental y racista.
III.
ETAPA DE DUDAS E INCERTIDUMBRE
Luego de la derrota del movimiento
tacneño, algunos de sus líderes fueron apresados y perseguidos. Unos huirán, y
finalmente vendrá el indulto general. Sin embargo, Zela tendrá que enfrentar un
proceso judicial largo y penoso. Hay una faceta no abordada por los biógrafos
de Zela, y es el referido al proceso criminal seguido contra él.
Por los hallazgos de Ella Dunbar
Temple sabemos ahora que el caudillo de 1811 fue acusado por traición al rey,
debido a su cargo de funcionario real.
Quiso el incriminado que su abogado
defensor sea un experto sanmarquino, el doctor Gerónimo de Vivar, muy conocido
en Lima, por su defensa a varios insurgentes. El "nervio principal de su
defensa", la cual, de conformidad con los autos, se había basado "en
los desvaríos de razón que padeció el reo en esos mismos días de la
rebelión". Este había sido además un argumento defensorio empleado por
muchos de los letrados en similares causas.
Efectivamente Zela padeció de serias
debilidades en su liderazgo político y emocional manifestado sobre todo el
domingo 23 de junio; pero en todo caso, debieron sobrevenir sobre el insurgente
en desgracia muchas incertidumbres para utilizar un argumento tan temerario.
Al confirmarse la pena capital
solicitada por el fiscal en revista, fue su influyente hermano Miguel, cura y
vicario de la doctrina de Chacayánç, quien convenció a Francisco Antonio en
solicitar el recurso de clemencia elevado al Rey. Del destino o tráfico corrido
por esta solicitud de gracia no se conoce más.
Hasta los momentos últimos el líder
caído trató de sobreponerse en su virilidad y grandeza. Pero no pudo con la
inmensa maquinaria de la corrupción y muerte del aparato colonial al que se
había enfrentado desde muy joven.
Murió, con estoicismo, abatido en sus
fuerzas físicas, en la prisión de Chagres y probablemente en 1819 (Seiner). En
este punto, la historiografía liberal, sin usar mayores pruebas y documentos
fehacientes sino elementos ideológicos adánicos, sostuvo que Zela falleció el
28 de julio de 1821. (Cúneo-Vidal, Luis. Historia de las insurrecciones de
Tacna por la Independencia del Perú 1811-1813. Imprenta Ignacio Prado Pastor.
Lima, 1977)
A pesar del esfuerzo fallido del
insurgente Zela, la rebelión constituye un referente señero en la larga lucha
por la liberación nacional. En aquella oportunidad un osado grupo de patriotas
criollos ofrendaron a la posteridad una singular lección: se requiere para el
triunfo de un proceso revolucionario: una adecuada apreciación de la coyuntura
mundial y nacional; la organización conveniente de las fuerzas políticas y
sociales en pugna por el poder; así como el compromiso y la acción en base a un
programa por conquistar.
EL ESTALLIDO DEL
MOVIMIENTO
EL PRIMER DÍA
Jueves 20 de junio de 1811, 8 de la
noche. De la casa de balanzario Zela salieron, con rapidez y sigilo, entre
treinta y cuarenta hombres llevando arraigada en sus mentes una meta muy clara:
apoderarse de la ciudad. En el grupo se confundían vecinos y soldados,
desertores éstos del regimiento del pueblo.
La tarea no era sencilla; como primer
paso debían tomar por sorpresa al resto del contingente de tropa que se
encontraba acuartelado en el pueblo. Dejando de lado dudas y temores, los
complotados cruzaron las pocas cuadras que separaban la casa de Zela de su
primer objetivo: el cuartel de infantería.
En su intento disponían de regular
armamento; llevaban, por igual, armas blancas y de fuego: sables, pistolas y
trabucos se contaban entre éstos. Algunos iban embozados, cubiertos con ponchos
y capas, pretendiendo no ser reconocidos. Al cabo de breves minutos llegaron a
las puertas del cuartel sin ser avistados por el centinela. A Marcelino Castro,
uno de los individuos más osados del grupo, se le encomendó la misión de
reducir al sargento de guardia, Manuel Ramos; blandiendo un sable, Castro lo
intimidó y le exigió entregar las armas. Logró, al cabo de unos minutos de
forcejeo en los que llegó a herir levemente al guardia, reducirlo por
completo.
SEGUNDO DÍA
Viernes 21 de junio de 1811. Zela empleó
la madrugada de este segundo día en asegurar la adhesión de algunos oficiales
del regimiento. Vuelto al cuartel alrededor de las 2.30 am, encontró al alférez
Pastrana aguardándolo en situación de arresto tal como él mismo lo había
ordenado. Como vimos líneas atrás, Zela logró, al cabo de una serie de
advertencias, la cooperación de Pastrana.
A media mañana, Zela dispuso que se
iniciara el pregón de! bando lo más rápidamente posible, buscando de ese modo
informar cabalmente al vecindario las razones de la acción de la noche
anterior. El bando, publicado por primera vez por Cúneo en 1921, es uno de los
más importantes documentos relativos a la rebelión, que al parecer fue
redactado por Zela antes del jueves 20. En él se reflejan los argumentos
esgrimidos por el prócer para hacerse del poder y las proyecciones que
alcanzará su empresa. Integramente la reproducimos a continuación:
"Bando.
"En el pueblo de San Pedro de
Tacna, en 21 días del mes de junio de mil ochocientos once años.
"Don Francisco Antonio de Zela, el
mas fiel esclavo del rey nuestro señor don Fernando VII, y de su augusta
generación, en mi carácter de ministro ensayador, fundidor y balanzario de las
Reales Cajas del partido, y en el de comandante militar accidental de esta
plaza, en orden del Excmo. señor doctor, don José Castelli, vocal de la Excma.
Junta de las Provincias del Rio de la Plata y naciones aliadas; en virtud de la
justa defensa que se hace para la conservación de estos justos dominios en
beneficio de nuestro oprimido soberano, el señor don Fernando VII y de quien
justo titulo tenga al trono español:
"Hago saber a mis amantísimos
hermanos y compatriotas de todo estado y condición que interesa al bien público
la unión de nuestros corazones, humillados ante nuestro omnipotente Creador, y
la de las fuerzas que éste nos conserva con el objeto de secundar todos los
habitantes de América, los esfuerzos de los rescatadores de la Religión, la
Patria y el Estado, que con engaños quieren entregar algunos malos españoles al
monstruo, al tirano, al emperador de los franceses, lo que está de manifiesto
con motivo de haber quebrantado el general de las tropas del Alto Perú el
armisticio que fraudulentamente tramó el gobierno de Lima, para vender con
vilipendio la sangre de los fieles vasallos americanos; gobierno que ha
pretendido abrogarse la propiedad de nuestro propio suelo con el objeto de
comer y subsistir de sus poderosas entrañas, en que Dios ha tenido a bien
depositar la subsistencia de nuestra posteridad, para, la conservación de
nuestros hogares y honra de nuestros descendientes...
"Esto se ve confirmado por el tenor
del oficio del ejército argentino del Alto Perú que acredita la declaratoria de
rompimiento decretado por nuestros jefes de las provincias del Río de la Plata,
cuya representación ejerce el Excmo. vocal, doctor don Juan José Castelli; en
cuyo nombre y en virtud de la comisión a mí conferida por el mismo, requiere a
todos los estantes y habitantes de este pueblo para que se presenten en
persona., a las diez de ¡a mañana de este mismo día, en las Cajas Reales,
trayendo consigo las armas blancas y de fuego que tengan de suyo, de las que se
llevará cuenta y razón, para devolvérselas cuando sea tiempo.
"También requiero al señor
subdelegado, capitán don Antonio de Pavero y Araníbar y a los señores ministros
de la Real Hacienda, tesorero don Domingo de Agüero, contador don Juan de
Oramiz, para que se presenten en el lugar designado; e igualmente al
administrador de la renta de Tabacos y Correos, don Joaquín González Vigil,
para que todos ellos presenten los libros y caudales de su manejo, los que
serán entregados para su mejor guardia y custodia a los empleados que
provisionalmente se tienen nombrados por su buena conducta y conocidos bienes.
Estos son: don Pedro Alejandrino de Barrios, tesorero. don Pedro Cossío,
contador. don Cipriano de Vargas, administrador de correos.
"Y para el empleo de coronel del
regimiento de Dragones, reconocerán los habitantes de este partido a don Gabino
de Barrios, los que provisionalmente ocuparán estos destinos, hasta que sea
tiempo de premiar a cada vecino según su mérito, antigüedad y conducta.
"Y, para inteligencia de este
vecindario y su partido, ordeno y mando que se publique esta determinación en
forma de bando, a usanza de guerra, por voz de pregonero, que pronuncie con
claridad las razones que se le dicten por el actuario, sacándose las copias que
sean necesarias para inteligencia de los señores jueces reales y comandantes
particulares de las milicias del partido.
"Y nombro por asesor de este Juzgado
y para todas las ocurrencias de justicia, al licenciado don José de Barrios y
Hurtado, abogado de las Reales Audiencias de Lima y Charcas, quien habiéndose
hallado presente juró por Dios Nuestro Señor y una señal de la cruz de usar el
cargo de tal asesor, bien, fiel y legalmente, dictando cuantas providencias
sean arregladas a derecho y convengan al mejor servicio del Rey y de la Patria.
"Francisco Antonio de Zela.
TERCER DÍA
El sábado 22. de junio, Francisco
continuó en su consolidación del movimiento. Volvió a escribir a vecinos de los
valles circundantes, persuadiéndolos de abrigar su causa. Para los nuevos
nombramientos civiles y militares -que las fuentes no detallan-contó con el
apoyo de Pedro Alejandrino de Barrios y de Cipriano Vargas. Las tropas
permanecieron en su cuartel. Se alistaban para la revista general que al día
siguiente se había proyectado realizar. El vecindario continuó manifestando su
adhesión a la causa.
Uno de los logros significativos de este
día fue enviar cartas colocándoles como encabezamiento el rótulo de Comandancia
Militar de la Unión Americana, evidencia de una mayor toma de conciencia en el
movimiento. La carta enviada por Zela al subdelegado Rivero trasluce los rasgos
que hemos visto aparecer en documentos anteriores; su acceso al poder,
conminarlo a renunciar al mando y de no hacerlo aparecer responsable ante el
rey. La escribió en los siguientes términos:
"Señor Capitán don Antonio de
Rivero y Araníbar. Arica, Muy señor mío y de mi mayor aprecio: "Habiendo
asumido el mando político y militar de este partido el día 20 de los
corrientes, por exigirlo así urgentes circunstancias del momento, el bien
general del pueblo y su distrito, los cuales en caso de no pronunciarse por la
Patria pudieran ser hostilizados en breve tiempo por las tropas del mando del
Exento, señor Castelli, que se hallan en activo movimiento desde que se violó
escandalosamente, por parte del general Goyeneche, el armisticio pactado, se
hace indispensable que V.Md. se abstenga de todo procedimiento que esté en
contradicción con estas ideas y tienda a perturbar el orden y unión que
felizmente se van conservando y consolidando en esta plaza; y que mucho menos,
intente V. Md. recobrar con el auxilio de la fuerza el indicado mando, pues,
prescindiendo de que sus esfuerzos serían infructuosos, subsistiría el hecho de
que le hago responsable desde este momento a nombre del Rey y de la Patria de
los funestos resultados que podría traer aparejada una conducta tan poco
meditada, pero circunspecta y nada conforme al bien público.
CUARTO DÍA
Domingo 23 de junio. Tradicionalmente se
considera que éste fue el día de auge de la rebelión; ciertamente lo fue, pero
también empezó a gestarse el comienzo del fin. Por la mañana, el ambiente era
de plena expectativa en Tacna: horas más tarde en la pampa de Caramolle
-llamada también de la Disciplina- se pasaría revista a las tropas compuestas
tanto por los contingentes provenientes de los valles circundantes como por los
formados por los indios. Sin embargo, Francisco no se hallaba tranquilo, pues
aún no recibía las respuestas de los aliados de Arequipa y Tarapacá, comarcas
en las cuales consideraba debían haberse ya producido alzamientos similares a
los de Tacna. Sobrellevando ello, Zela se encaminó a cumplir su misión clave
del día en su calidad de comandante general: pasar revista a las tropas.
Pasado el mediodía y en compañía de
Cipriano Vargas y Rafael Gabino de Barrios partió Francisco de su cuartel en
dirección al citado punto de reunión. Su recepción fue estruendosa. Las
aclamaciones no se hicieron esperar y de inmediato Francisco hizo una arenga
que fue recibida satisfactoriamente por las tropas.
Fue en este momento cuando a Francisco
le sobrevino un ataque cerebral que lo comprometió seriamente. Caído de la
cabalgadura fue ayudado a incorporarse, y repuesto relativamente procedió a
nombrar como coronel de naturales al cacique-Ara, y por teniente coronel a
Pascual Quelopana, segunda persona del cacique, rematando esto con el
otorgamiento del grado de sargento mayor al hijo de Ara, José Rosa.
Más calmado, pero sin recuperar
totalmente sus facultades, se dirigió al pueblo donde lanzó nuevamente
proclamas al rey, la patria, la religión y la Junta de Buenos Aires, hasta
llegar a su domicilio donde quedó al cuidado de su esposa María Natividad.
Con este hecho prácticamente quedaba
desactivada la rebelión, al verse seriamente menoscabada la imagen de su líder.
Aprovechando este vacío de poder, los elementos contrarrevolucionarios
revirtieron los logros alcanzados por el movimiento. Páginas adelante,
relataremos el modo en que estos elementos se hicieron nuevamente del poder.
Francisco Antonio de Zela fue precursor de la
Independencia del Perú, que encabezó la Revolución de Tacna de 1811.
Zela es el líder de la primera insurrección armada por la independencia del Perú. La rebelión de Tacna estuvo en estrecho contacto con la revolución argentina, que se inició en Buenos Aires el 25 de mayo de 1810.
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