Ensayo sobre FRANCISCO ANTONIO DE ZELA

ZELA : PRECURSOR DE LA LIBERTAD PERUANA Y AMERICANA
(Ensayo)


Han transcurrido 158 años de la proeza de Francisco Antonio de Zela y Arizaga. Su figura, a medida que pasa el tiempo, adquiere solidez de bronce indestructible y resplandeciente de eternidad.
La noche memorable del jueves 20 de Junio de 1811, le acompaña un numeroso grupo de tacneños: elementos visibles como Pedro Gil de Herrera, el Cacique del pueblo Toribio Ara y a su hijo José Rosa Ara, los hermanos José y Rafael Gavino de Barríos; Ramón Copaja, cacique de Tarata; algunos milicianos, campesinos representativos de los ayllos del valle y varios artesanos.
Con la captura violenta y sorpresiva del cuartel de caballería -Regimiento de Dragones del Rey -, Se consuma el éxito de la rebelión.
Zela asume el mando político y Militar de la plaza con el honroso y significativo título del Comandante Militar de la Unión Americana.
Se ha dado el primer grito de independencia contra el dominio hispánico de varios siglos.
Es el domingo 23 de junio cuarto día de la revolución.
Sobre la vasta pampa de Karamolle se alinean las tropas insurgentes .
Y, a su rededor, está presente casi todo el vecindario tacneño.
Allí están los entusiastas y aguerridos jinetes venidos de Tarata y Candarave, y a cuyo frente se halla el cacique Ramón Copaja y otros naturales. Los de Pachía y Calana, con los Liendo. Los voluntarios de Sama , con Rospligiosi y Osorio. Los de Locumba e Ilabaya, con los Lupistaka, los Vertiz, los Nieto, los Sánchez y Villanueva.
La fuerza organizada de futuros combatientes llega a más de mil hombres, en su mayoría bisoños en el manejo de las armas; pero de todos modos decididos a rendir sus vidas, si es necesario, para conseguir la libertad de la patria oprimida.
Dan las tres de la tarde en el reloj del pueblo.
Del local de la Comandancia de Armas, en brioso caballo, seguido de una escolta de cincuenta jinetes, Zela se pone en marcha hacia el campo donde está concentrada la tropa insurgente.
Ondean a los vientos los pendones libertarios. Resuenan músicas marciales y una aclamación fragorosa se dilata en el espacio.
El día está claro y luminoso . En la lejanía, hacia el levante, se destaca la alta mole granítica y nevada del takora, gigantesco y perenne atalaya del valle tacneño.
- Viva la religión !
- Viva la junta Suprema de Buenos Aires !
- Viva el Doctor Castelli!
- Viva Francisco Antonio de Zela!
- Viva la patria!
Zela, al paso de su caballo se adelanta de la escolta y deteniéndose ante la guardia de honor, que sostiene la bandera del Río de la Plata. Las tropas bisoñas presentan armas.
El héroe está pálido y sonriente. Una intensa emoción le sacude el espíritu . Al fin levanta su brazo armado y fuerte para romper los grilletes de la opresión.
Y, lanza a la tropa y a la multitud aquella histórica arenga de lucha y esperanza en un nuevo destino :
- "Tacneños! Patriotas!... Llegó la hora. Ya somos libres. Pero, esta libertad debemos afirmarla con nuestro esfuerzo, con nuestros brazos armados, con la fortaleza de nuestros corazones. Los pueblos de América están pendiente de nuestra acción..."
Sesenta horas de continuado esfuerzo de múltiples y variadas impresiones; la seria responsabilidad contraída ante el pueblo y una causa trascendente; las horas largas de insomnio; la privanza hasta de alimentos. Todo ello ha afectado profundamente su naturaleza psico-física.
El caudillo es víctima de un vértigo. Pero, pronto se recupera.
Los gritos de la multitud son estridentes y emocionados:
- "! Viva Zela ! "
Luego el prócer es paseado en triunfo por las calles del pueblo. Resuena el aleteo sonoro de los bronces de la iglesia parroquial.
Y, ya al atardecer, es restituido al hogar, donde lo esperan : la esposa atribulada -doña María de la Natividad Siles y Antequera - y sus hijos amorosos y de los ojos absortos.
Poco a poco se está abriendo paso la verdad en torno al bicentenario del levantamiento armado de Francisco Antonio de Zela, en el pueblo de Tacna, el 20 de junio de 1811.
Al parecer Zela, tuvo un temperamento y carácter autónomo y liberal; hay evidencias de sus desavenencias con personajes de la aristocracia española local, y comerciantes criollos; como también con algunos que procedían de la aristocracia indígena (Toribio Ara).
Su vida pública estuvo atravesada por tres momentos claramente distinguibles: una, primera, fidelista, como diligente funcionario real al servicio de rey; luego otra, reformista autonomista, cuando los sucesos de los días de la rebelión; y finalmente, una etapa de incertidumbre en los momentos difíciles del juzgamiento y prisión.

 I. ETAPA FIDELISTA
Es una etapa muy marcada de su vida en su calidad de funcionario al servicio del rey de España, el había jurado formalmente fidelidad para el ejercicio del cargo de balanzario, ensayador y fundidor de las Cajas Reales de Tacna. Discurre entre los años 1792 y 1810, es decir en plena época de la reforma borbónica y la crisis generalizada del régimen colonial en América.
A esta etapa corresponde sus entredichos y litigaciones con el alcalde colonial local de 1793 para que le sea reconocida su preeminencia en la jerarquía y protocolo públicos, que según costumbres de la época, el cargo de balanzario era equivalente al de un ministro oficial del rey. Por 1799, Zela ya ventilaba un firme litigio con el cacique de indígenas Toribio Ara.
Nuestro personaje, en 1796, estableció relaciones matrimoniales con María Natividad Siles, una joven procedente de una familia hacendada, arriera mestiza, y de compadrazgo con el hacendado criollo Cipriano de Vargas, y Ramón Copaja, cacique de Tarata, vinculado a la arriería y la agricultura de exportación.
El pequeño pueblo y valle de Tacna contaba entonces con aproximadamente 7 mil habitantes, y presentaba un paisaje natural eminentemente rural andino-occidental. Había una gran población indígena y campesina (62%), seguida de mestizos (15%), como a un minúsculo número de blancos criollos y peninsulares (13%); la población de origen africano, por su parte, era algo menor a la hispana (10%). La cifra antedicha se duplicaría si se considerara a las poblaciones de Sama, Ilabaya y Tarata.

A diferencia de lo que creyó Cúneo-Vidal –y repiten otros-, el pueblo de Tacna de inicios de 1800, albergaba a más peninsulares y criollos que la ciudad de Arica: radicaban en esta 140 vecinos de esta categoría, mientras a 886 “estantes españoles” en aquel pueblo. (Cfr. Censo general de 1792 y censo vecinal de 1813). La causa fue la concentración administrativa que fue objeto el pueblo de Tacna por las reformas borbónicas a partir de las década de 1770 con el traslado consecuente de las dependencias públicas desde Arica.

El pequeño núcleo de poder local –hacendados exportadores y comerciantes peninsulares y criollos- estaba dedicado a la arriería, la agricultura de las haciendas (vinos y aguardientes, ají, granos) y el comercio local; mientras los pequeños agricultores y campesinos a las actividades de panllevar de los ayllus de todo el valle. Desde inicios de la colonia, estas actividades económicas estaban dirigidas a la gran minería altoperuano.

II. ETAPA REFORMISTA AUTONOMISTA
La etapa reformista – autonomista, como reformista constitucionalista – y absolutista fue desatada por la invasión francesa a España. El vacío de poder generado provocó el surgimiento de las juntas de gobierno. La coyuntura continental en América hispánica giraba en torno a su lado más avanzado políticamente: la junta de gobierno de Buenos Aires. En ésta disputaban su conducción dos líneas: la moderada liderada por Saavedra (monarquía constitucional) y la más radical por Moreno y Castelli (separatismo). Sin embargo, tenían algo en común: postular el ejercicio autónomo del gobierno provincial sin dejar de jurar fidelidad y obediencia a Fernando VII.
Cuando Zela comenzó a conspirar, casi a fines de 1810, debió conocer los sucesos de la llamada revolución de mayo de Buenos Aires. Además los emisarios secretos de Castelli –vocal del gobierno de las provincias unidas del Río de la Plata y responsable político del ejército auxiliar del Alto Perú- debieron arribar a todo el bajo Perú, con noticias para la ejecución de un plan conjunto de acción contra el ejército realista.
Por los años 1809, 1810 e inicios de 1811, los vecinos peninsulares del pueblo de Tacna, experimentaban momentos de tensión y zozobra por los aprestos bélicos, y encontrarse muy próximos al teatro de operaciones de los levantamientos políticos y militares en la Paz, Charcas y Oruro.
Por el puerto de Arica ingresaban los pertrechos militares como el personal del ejército colonial para luego dirigirse al pueblo de Tacna y ascender al Alto Perú. Esta vía era complementada por la terrestre procedente de Lima y Arequipa con igual destino. Las cajas reales locales informaban de los extraordinarios gastos generados por estos cuerpos militares. El “ejército del rey” enrolaba compulsivamente por entonces a indígenas, como también se proveía de mulas y caballos” a costa de los arrieros locales.
La noche del jueves 20 de junio de 1811, fue el momento elegido por este balanzario real, convertido de pronto en conductor indiscutible de un movimiento que trastocaría por 4 días consecutivos la vida cotidiana local, pero con un mensaje diamantino cargado de reforma anticolonial. Resulta evidente que todos los preparativos supremos que dio Zela antes del estallido venían siendo coordinados a través de emisarios secretos con el mando político-militar de Juan José Castelli en el Alto Perú.
Sin embargo, los resultados de la batalla de Huaqui, desarrollado el propio día de la acción de Zela, fueron desastrosos para los intereses independentistas. El general Goyoneche que dirigió a las fuerzas coloniales en dicha batalla, se alzó victorioso y miró con desdén la rebelión de Zela.
El último día de la insurrección - el 24 de junio- cuando fueron emplazadas las fuerzas indígenas campesinas de los ayllus por el cacique Ara, por orden de Zela, el destino fallido de la rebelión ya estaba echado. Ocurrió que sólo un mínimo sector de estas fuerzas asistió a la mentada revista. Estuvieron alrededor de 300 hombres cuando en los 8 ayllus se contaban poco más de 1000 tributarios en ese año, sin contar a los de los altos, como a los de Tarata, Candarave e Ilabaya.
Por eso, el historiador Rubén Vargas Ugarte escribió en su enjundiosa Historia general del Perú “creemos que la primera insurrección de Tacna, nacida apenas cuatro días antes de la llegada de la noticia de la derrota de Guaqui, vino a deshacerse por sí sola, sin que fuera menester otra causa, sobre todo siendo hasta entonces sólo parcial la adhesión de los tacneños” (subrayado nuestro).
Sin embargo, ni antes ni poco después de la insurrección de Zela, la estructura social, política y económica, de Tacna se había tornado en “democrática” o alcanzado cierta “cohesión social”; simple y esencialmente la sociedad colonial permaneció como siempre: clasista, estamental y racista.

III. ETAPA DE DUDAS E INCERTIDUMBRE
Luego de la derrota del movimiento tacneño, algunos de sus líderes fueron apresados y perseguidos. Unos huirán, y finalmente vendrá el indulto general. Sin embargo, Zela tendrá que enfrentar un proceso judicial largo y penoso. Hay una faceta no abordada por los biógrafos de Zela, y es el referido al proceso criminal seguido contra él.
Por los hallazgos de Ella Dunbar Temple sabemos ahora que el caudillo de 1811 fue acusado por traición al rey, debido a su cargo de funcionario real.
Quiso el incriminado que su abogado defensor sea un experto sanmarquino, el doctor Gerónimo de Vivar, muy conocido en Lima, por su defensa a varios insurgentes. El "nervio principal de su defensa", la cual, de conformidad con los autos, se había basado "en los desvaríos de razón que padeció el reo en esos mismos días de la rebelión". Este había sido además un argumento defensorio empleado por muchos de los letrados en similares causas.
Efectivamente Zela padeció de serias debilidades en su liderazgo político y emocional manifestado sobre todo el domingo 23 de junio; pero en todo caso, debieron sobrevenir sobre el insurgente en desgracia muchas incertidumbres para utilizar un argumento tan temerario.
Al confirmarse la pena capital solicitada por el fiscal en revista, fue su influyente hermano Miguel, cura y vicario de la doctrina de Chacayánç, quien convenció a Francisco Antonio en solicitar el recurso de clemencia elevado al Rey. Del destino o tráfico corrido por esta solicitud de gracia no se conoce más.
Hasta los momentos últimos el líder caído trató de sobreponerse en su virilidad y grandeza. Pero no pudo con la inmensa maquinaria de la corrupción y muerte del aparato colonial al que se había enfrentado desde muy joven.
Murió, con estoicismo, abatido en sus fuerzas físicas, en la prisión de Chagres y probablemente en 1819 (Seiner). En este punto, la historiografía liberal, sin usar mayores pruebas y documentos fehacientes sino elementos ideológicos adánicos, sostuvo que Zela falleció el 28 de julio de 1821. (Cúneo-Vidal, Luis. Historia de las insurrecciones de Tacna por la Independencia del Perú 1811-1813. Imprenta Ignacio Prado Pastor. Lima, 1977)
A pesar del esfuerzo fallido del insurgente Zela, la rebelión constituye un referente señero en la larga lucha por la liberación nacional. En aquella oportunidad un osado grupo de patriotas criollos ofrendaron a la posteridad una singular lección: se requiere para el triunfo de un proceso revolucionario: una adecuada apreciación de la coyuntura mundial y nacional; la organización conveniente de las fuerzas políticas y sociales en pugna por el poder; así como el compromiso y la acción en base a un programa por conquistar.

EL ESTALLIDO DEL MOVIMIENTO 
EL PRIMER DÍA 
Jueves 20 de junio de 1811, 8 de la noche. De la casa de balanzario Zela salieron, con rapidez y sigilo, entre treinta y cuarenta hombres llevando arraigada en sus mentes una meta muy clara: apoderarse de la ciudad. En el grupo se confundían vecinos y soldados, desertores éstos del regimiento del pueblo.
La tarea no era sencilla; como primer paso debían tomar por sorpresa al resto del contingente de tropa que se encontraba acuartelado en el pueblo. Dejando de lado dudas y temores, los complotados cruzaron las pocas cuadras que separaban la casa de Zela de su primer objetivo: el cuartel de infantería. 
En su intento disponían de regular armamento; llevaban, por igual, armas blancas y de fuego: sables, pistolas y trabucos se contaban entre éstos. Algunos iban embozados, cubiertos con ponchos y capas, pretendiendo no ser reconocidos. Al cabo de breves minutos llegaron a las puertas del cuartel sin ser avistados por el centinela. A Marcelino Castro, uno de los individuos más osados del grupo, se le encomendó la misión de reducir al sargento de guardia, Manuel Ramos; blandiendo un sable, Castro lo intimidó y le exigió entregar las armas. Logró, al cabo de unos minutos de forcejeo en los que llegó a herir levemente al guardia, reducirlo por completo. 

SEGUNDO DÍA 
Viernes 21 de junio de 1811. Zela empleó la madrugada de este segundo día en asegurar la adhesión de algunos oficiales del regimiento. Vuelto al cuartel alrededor de las 2.30 am, encontró al alférez Pastrana aguardándolo en situación de arresto tal como él mismo lo había ordenado. Como vimos líneas atrás, Zela logró, al cabo de una serie de advertencias, la cooperación de Pastrana. 
A media mañana, Zela dispuso que se iniciara el pregón de! bando lo más rápidamente posible, buscando de ese modo informar cabalmente al vecindario las razones de la acción de la noche anterior. El bando, publicado por primera vez por Cúneo en 1921, es uno de los más importantes documentos relativos a la rebelión, que al parecer fue redactado por Zela antes del jueves 20. En él se reflejan los argumentos esgrimidos por el prócer para hacerse del poder y las proyecciones que alcanzará su empresa. Integramente la reproducimos a continuación: "Bando. 
"En el pueblo de San Pedro de Tacna, en 21 días del mes de junio de mil ochocientos once años. 
"Don Francisco Antonio de Zela, el mas fiel esclavo del rey nuestro señor don Fernando VII, y de su augusta generación, en mi carácter de ministro ensayador, fundidor y balanzario de las Reales Cajas del partido, y en el de comandante militar accidental de esta plaza, en orden del Excmo. señor doctor, don José Castelli, vocal de la Excma. Junta de las Provincias del Rio de la Plata y naciones aliadas; en virtud de la justa defensa que se hace para la conservación de estos justos dominios en beneficio de nuestro oprimido soberano, el señor don Fernando VII y de quien justo titulo tenga al trono español: 
"Hago saber a mis amantísimos hermanos y compatriotas de todo estado y condición que interesa al bien público la unión de nuestros corazones, humillados ante nuestro omnipotente Creador, y la de las fuerzas que éste nos conserva con el objeto de secundar todos los habitantes de América, los esfuerzos de los rescatadores de la Religión, la Patria y el Estado, que con engaños quieren entregar algunos malos españoles al monstruo, al tirano, al emperador de los franceses, lo que está de manifiesto con motivo de haber quebrantado el general de las tropas del Alto Perú el armisticio que fraudulentamente tramó el gobierno de Lima, para vender con vilipendio la sangre de los fieles vasallos americanos; gobierno que ha pretendido abrogarse la propiedad de nuestro propio suelo con el objeto de comer y subsistir de sus poderosas entrañas, en que Dios ha tenido a bien depositar la subsistencia de nuestra posteridad, para, la conservación de nuestros hogares y honra de nuestros descendientes... 
"Esto se ve confirmado por el tenor del oficio del ejército argentino del Alto Perú que acredita la declaratoria de rompimiento decretado por nuestros jefes de las provincias del Río de la Plata, cuya representación ejerce el Excmo. vocal, doctor don Juan José Castelli; en cuyo nombre y en virtud de la comisión a mí conferida por el mismo, requiere a todos los estantes y habitantes de este pueblo para que se presenten en persona., a las diez de ¡a mañana de este mismo día, en las Cajas Reales, trayendo consigo las armas blancas y de fuego que tengan de suyo, de las que se llevará cuenta y razón, para devolvérselas cuando sea tiempo. 
"También requiero al señor subdelegado, capitán don Antonio de Pavero y Araníbar y a los señores ministros de la Real Hacienda, tesorero don Domingo de Agüero, contador don Juan de Oramiz, para que se presenten en el lugar designado; e igualmente al administrador de la renta de Tabacos y Correos, don Joaquín González Vigil, para que todos ellos presenten los libros y caudales de su manejo, los que serán entregados para su mejor guardia y custodia a los empleados que provisionalmente se tienen nombrados por su buena conducta y conocidos bienes. Estos son: don Pedro Alejandrino de Barrios, tesorero. don Pedro Cossío, contador. don Cipriano de Vargas, administrador de correos. 
"Y para el empleo de coronel del regimiento de Dragones, reconocerán los habitantes de este partido a don Gabino de Barrios, los que provisionalmente ocuparán estos destinos, hasta que sea tiempo de premiar a cada vecino según su mérito, antigüedad y conducta. 
"Y, para inteligencia de este vecindario y su partido, ordeno y mando que se publique esta determinación en forma de bando, a usanza de guerra, por voz de pregonero, que pronuncie con claridad las razones que se le dicten por el actuario, sacándose las copias que sean necesarias para inteligencia de los señores jueces reales y comandantes particulares de las milicias del partido. 
"Y nombro por asesor de este Juzgado y para todas las ocurrencias de justicia, al licenciado don José de Barrios y Hurtado, abogado de las Reales Audiencias de Lima y Charcas, quien habiéndose hallado presente juró por Dios Nuestro Señor y una señal de la cruz de usar el cargo de tal asesor, bien, fiel y legalmente, dictando cuantas providencias sean arregladas a derecho y convengan al mejor servicio del Rey y de la Patria. "Francisco Antonio de Zela. 

TERCER DÍA 
El sábado 22. de junio, Francisco continuó en su consolidación del movimiento. Volvió a escribir a vecinos de los valles circundantes, persuadiéndolos de abrigar su causa. Para los nuevos nombramientos civiles y militares -que las fuentes no detallan-contó con el apoyo de Pedro Alejandrino de Barrios y de Cipriano Vargas. Las tropas permanecieron en su cuartel. Se alistaban para la revista general que al día siguiente se había proyectado realizar. El vecindario continuó manifestando su adhesión a la causa. 
Uno de los logros significativos de este día fue enviar cartas colocándoles como encabezamiento el rótulo de Comandancia Militar de la Unión Americana, evidencia de una mayor toma de conciencia en el movimiento. La carta enviada por Zela al subdelegado Rivero trasluce los rasgos que hemos visto aparecer en documentos anteriores; su acceso al poder, conminarlo a renunciar al mando y de no hacerlo aparecer responsable ante el rey. La escribió en los siguientes términos: 
"Señor Capitán don Antonio de Rivero y Araníbar. Arica, Muy señor mío y de mi mayor aprecio: "Habiendo asumido el mando político y militar de este partido el día 20 de los corrientes, por exigirlo así urgentes circunstancias del momento, el bien general del pueblo y su distrito, los cuales en caso de no pronunciarse por la Patria pudieran ser hostilizados en breve tiempo por las tropas del mando del Exento, señor Castelli, que se hallan en activo movimiento desde que se violó escandalosamente, por parte del general Goyeneche, el armisticio pactado, se hace indispensable que V.Md. se abstenga de todo procedimiento que esté en contradicción con estas ideas y tienda a perturbar el orden y unión que felizmente se van conservando y consolidando en esta plaza; y que mucho menos, intente V. Md. recobrar con el auxilio de la fuerza el indicado mando, pues, prescindiendo de que sus esfuerzos serían infructuosos, subsistiría el hecho de que le hago responsable desde este momento a nombre del Rey y de la Patria de los funestos resultados que podría traer aparejada una conducta tan poco meditada, pero circunspecta y nada conforme al bien público. 

CUARTO DÍA 
Domingo 23 de junio. Tradicionalmente se considera que éste fue el día de auge de la rebelión; ciertamente lo fue, pero también empezó a gestarse el comienzo del fin. Por la mañana, el ambiente era de plena expectativa en Tacna: horas más tarde en la pampa de Caramolle -llamada también de la Disciplina- se pasaría revista a las tropas compuestas tanto por los contingentes provenientes de los valles circundantes como por los formados por los indios. Sin embargo, Francisco no se hallaba tranquilo, pues aún no recibía las respuestas de los aliados de Arequipa y Tarapacá, comarcas en las cuales consideraba debían haberse ya producido alzamientos similares a los de Tacna. Sobrellevando ello, Zela se encaminó a cumplir su misión clave del día en su calidad de comandante general: pasar revista a las tropas. 
Pasado el mediodía y en compañía de Cipriano Vargas y Rafael Gabino de Barrios partió Francisco de su cuartel en dirección al citado punto de reunión. Su recepción fue estruendosa. Las aclamaciones no se hicieron esperar y de inmediato Francisco hizo una arenga que fue recibida satisfactoriamente por las tropas. 
Fue en este momento cuando a Francisco le sobrevino un ataque cerebral que lo comprometió seriamente. Caído de la cabalgadura fue ayudado a incorporarse, y repuesto relativamente procedió a nombrar como coronel de naturales al cacique-Ara, y por teniente coronel a Pascual Quelopana, segunda persona del cacique, rematando esto con el otorgamiento del grado de sargento mayor al hijo de Ara, José Rosa. 
Más calmado, pero sin recuperar totalmente sus facultades, se dirigió al pueblo donde lanzó nuevamente proclamas al rey, la patria, la religión y la Junta de Buenos Aires, hasta llegar a su domicilio donde quedó al cuidado de su esposa María Natividad. 
Con este hecho prácticamente quedaba desactivada la rebelión, al verse seriamente menoscabada la imagen de su líder. Aprovechando este vacío de poder, los elementos contrarrevolucionarios revirtieron los logros alcanzados por el movimiento. Páginas adelante, relataremos el modo en que estos elementos se hicieron nuevamente del poder.

EN CONCLUSIÓN:

Francisco Antonio de Zela fue precursor de la Independencia del Perú, que encabezó la Revolución de Tacna de 1811.

Zela es el líder de la primera insurrección armada por la independencia del Perú. La rebelión de Tacna estuvo en estrecho contacto con la revolución argentina, que se inició en Buenos Aires el 25 de mayo de 1810. 

AQUÍ más ENSAYOS:👇👇👇


🎯Lo más leído: 👇👇👇

Resumen por capítulos SANGRE DE CAMPEÓN de Carlos Cuauhtémoc Sánchez

Resumen y análisis de PACO YUNQUE

Resumen y ANÁLISIS de la obra EL PRINCIPITO

Resumen MALDITA MATEMÁTICA

Resumen por capítulos EL TERROR DEL SEXTO B

RESUMEN CORAZON de Edmundo de Amicis

Ensayo sobre EL SEXTO de José María Arguedas

RESUMEN Y ANALISIS obra WARMA KUYAY de José María Arguedas

Resumen de la obra GALLINAZOS SIN PLUMAS de Julio Ramón Ribeyro

Resumen y análisis EL MÉDICO A PALOS