Monografía IDENTIDAD CULTURAL Y SENTIDO DE PERTENENCIA


ÍNDICE
INTRODUCCIÓN

CAPITULO I 3
LA IDENTIDAD CULTURAL.. 3
FORMANDO LA IDENTIDAD CULTURAL.. 3
1.2. LA DIVERSIDAD CULTURAL.. 4
1.3. IDENTIDAD CULTURAL.. 4
1.4. CARACTERÍSTICAS DE LA IDENTIDAD CULTURAL.. 5
1.5. IDENTIDAD CULTURAL DESDE DOS PLANOS: 5

CAPITULO II 8
SENTIDO DE PERTENENCIA.. 8
2.1. SENTIDO DE PERTENENCIA: UN FUERTE LAZO.. 8
2.2. NOCIÓN DE PERTENENCIA.. 9
2.3. LA COTIDIANIDAD COMO FUENTE DE REAFIRMACION.. 9
2.4. IMPORTANCIA DEL SENTIDO DE PERTENENCIA.. 11
2.5. LA INDIVIDUALIDAD SE CONSTRUYE EN CONJUNTO CON OTRAS PERSONAS   11
2.6. CUANDO NOS SENTIMOS PARTE DE ALGO MEJORA NUESTRA CALIDAD DE VIDA   11
2.7. LA CONSTRUCCIÓN DE LA PERTENENCIA COMO UNA POLÍTICA DE ESTADO   12

CONCLUSIONES.. 13

BIBLIOGRAFÍA

INTRODUCCION

Cada persona tiene rasgos físicos, cualidades personales, manifestaciones peculiares en su forma de ser v relacionarse con los demás. Posee recuerdos, experiencias, motivaciones, intereses y expectativas como parte de su constelación personal que caracteriza el modus propio con que aparece a los ojos de los demás y se reconoce a sí mismo.
Nacemos y desenvolvemos nuestras actividades, en lugares específicos, muchas veces consideramos como propios y que el resto de las personas suele reconocer como tales; y en fin, desde nuestro nacimientos o muy cercano a este hecho, se nos asigna un nombre, con el que damos valor legal a los documentos personales, como constancia que legítima nuestra identidad en el conjunto de las relaciones sociales y jurídicas.
Todos estos elementos sirven para que cada persona se reconozca y sea reconocida en su individualidad, lo que contribuye a fijar las diferencias entre "yo" y el "otro".
A rasgos muy generales se menciona entonces la identidad. como una condición y proceso, a través, y en cuyo curso, se logra establecer los limites y peculiaridades que distinguen e individualizan a las personas; doblemente vinculada a la herencia natural y la experiencia vivencial de cada individuo, única e irrepetible por su singularidad, y a la herencia histórico-social de la cual todos somos portadores.
La identidad, más allá de los elementos perceptibles, no es sólo una cualidad implícita en la condición unitaria del individuo; sino que se perfila y enriquece en el curso de la vida social; en el contacto multinacional con las instituciones, que comienza en la familia, y luego se amplifica a otras diversas estructuras sociales. Con los hábitos, costumbres, actividades, obligaciones y responsabilidades que contraemos y desarrollamos desde pequeños, en el curso de las distintas interacciones sociales que forman parte de nuestras vidas.
De esta manera, todas las estructuras sociales que componen el tejido de la sociedad, gracias a la huella heredada de una generación a otra y al continuo accionar de las personas que en ellas construyen, reproducen y perpetúan el conjunto de peculiaridades que los caracteriza, logran desarrollar sus propias identidades colectivas, cuyos mecanismos funcionales y principios rectores regulan la relación intragrupal y la mediación con las estructuras externas.

CAPITULO I
LA IDENTIDAD CULTURAL

 1.1.       FORMANDO LA IDENTIDAD CULTURAL

Cada cultura produce los rasgos distintivos que la singularizan. Mediante la continuada interacción social en que el hombre desarrolla su existencia, se adoptan hábitos, costumbres, modos de acción y relación con el entorno natural y social, que sí bien están matizados por las peculiaridades de las vivencias personales e irrepetibles de cada sujeto, establecen un denominador común, una generalidad esencial, válida para el reconocimiento intragrupal y la diferenciación respecto a los elementos ajenos.
Este conjunto de peculiaridades comprende además de características perceptibles, otras propiedades que se ubican en el plano de la subjetividad colectiva e integran los principios, juicios y valores por los que se rige y norma la vida de la colectividad. Los cambios en estos aspectos no resultan muy dinámicos por la complejidad de los procesos mediante los cuales se construyen y sedimentan, de aquí que muchas de estas características se depuren y transmitan de una generación a otra, constituyendo el sustrato distintivo fundamental de la colectividad.
La identidad cultural se manifiesta en el grado y formas de adscripción a los elementos distintivos de la cultura. cuyos valores y significados colectivamente construidos, no constituyen un conjunto homogéneamente aceptado, por lo que su estudio no puede abordarse con carácter puntual excluyente, sino como apunta Juan M. Ramírez, como : "síntesis de la diversidad, subsumiendo en un solo término la heterogeneidad de factores que inciden en ella" (Ramírez, 1990; pág. 132).
Estos factores diversos, y en ocasiones hasta contradictorios. componen el sustrato identificativo de la variedad de grupos integrantes de la realidad social de un país. Desde las estructuras de comunidades y barrios, dichas identidades colectivas, aportan, entrelazan y contrastan sus matices diversos para amplificar la identidad cultural nacional.
En el seno de los espacios de asentamiento poblacional, se crean variadas estructuras sociales con perfil organizativo y funcional propio; aunque dependiente del entramado social más amplio del que forman parte. Tales son, los sindicatos, instituciones religiosas, organizaciones políticas, agrupaciones juveniles. etc...Cada una de ellas, presupone contenidos culturales significativos con los cuales sus miembros establecen niveles de compromiso que matizan modos de intervención social y formas respectivas de enjuiciamiento de la realidad circundante, de las agrupaciones de que forman parte, y de sí mismos en tanto que individuos.

1.2. LA DIVERSIDAD CULTURAL

El origen de la rica diversidad cultural del Perú es la mezcla y combinación a lo largos de los años entre peruanos y razas extranjeras, estamos hablando de cruces de genes entre:
-Peruano-europeos.- Piel clara cara fina con rasgos de expresión más definido, normalmente con el pelo claro o rubio y ojos verdes/azules.
-Peruano-asiático.- Con cara más fina aun ojos chinos y pelo lacio peruano-africano: color de piel morena o oscura ojos negros y con el pelo zambo.
Diversidad cultural se refiere al grado de diversidad y variación tanto a nivel mundial como en ciertas áreas, en las que existe interacción de diferentes culturas coexistentes.
Muchos estados y organizaciones consideran que la diversidad cultural es parte del patrimonio común de la humanidad y tienen políticas o actitudes favorables a ella. Las acciones en favor de la diversidad cultural usualmente comprenden la preservación y promoción de culturas existentes.
La Declaración universal sobre la diversidad cultural, adoptada por UNESCO en noviembre de 2001, se refiere a la diversidad cultural en una amplia variedad de contextos y el proyecto de Convención sobre la Diversidad Cultural elaborado por la Red Internacional de Políticas Culturales prevé la cooperación entre las partes en un número de esos asuntos.

1.3. IDENTIDAD CULTURAL

La Identidad cultural es el conjunto de valores, tradiciones, símbolos, creencias y modos de comportamiento que funcionan como elemento cohesionador dentro de un grupo social y que actúan como sustrato para que los individuos que lo forman puedan fundamentar su sentimiento de pertenencia. No obstante, las culturas no son homogéneas; dentro de ellas se encuentra grupos o subculturas que hacen parte de la diversidad al interior de las mismas en respuesta a los intereses, códigos, normas y rituales que comparten dichos grupos dentro de la cultura dominante.
La diversidad cultural se manifiesta por la diversidad del lenguaje, de las creencias religiosas, de las prácticas del manejo de la tierra, en el arte, en la música, en la estructura social, en la selección de los cultivos, en la dieta y en todo número concebible de otros atributos de la sociedad humana.


1.4. CARACTERISTICAS DE LA IDENTIDAD CULTURAL

Una característica esencial de la diversidad cultural es la pluralidad étnica.
Un grupo étnico está constituido por personas que comparten tanto un identidad histórica, cultural, lingüística y religiosa, también por su forma de vestir, forma de hablar y como viven.


1.5. IDENTIDAD CULTURAL DESDE DOS PLANOS

-El externo, que resume la dimensión de la identidad cultural a características perceptibles, consideradas comunes por efectos de la reiteración, generalmente consideradas en su conjunto a partir de una óptica no comprometida con la construcción socio histórica de los múltiples significados culturales distintivos.
-El plano interno, en que se perciben los heterogéneos significados que caracterizan a una colectividad, desde una posición que posibilita el acceso a la subjetividad colectiva y al sentido personal que cobran estos rasgos considerados distintivos para los miembros.
Observemos que ambos planos, resultan válidos tanto para el investigador como para los sujetos implicados, pues están íntimamente relacionados con el modo en que se aborda la identidad como fenómeno sociocultural y los criterios que prevalezcan en cuanto al alcance y esencia de la cultura.
El primer plano de apreciación de la identidad cultural se limita al reconocimiento de los rasgos distintivos más sensibles, inmediatos y generales, que pueden captarse con mayor facilidad por su concreción y que establecen a grosso modo los límites y diferencias con otras culturas.
Esta visión reducida y externalista, tiende a crear una imagen cultural estereotipada, basada sólo en rasgos, reiteradamente manifiestas; pero sin tratar de develar los códigos subjetivos que prevalecen y caracterizan al sujeto colectivo.
Esta forma de apreciación de la identidad cultural no se limita a personas ajenas a dicho marco sociocultural de referencia. La escasa adscripción de algunos sujetos a los valores distintivos de la identidad cultural propia, a causa de dificultades en los procesos de apropiación o contradicciones entre el sistema de valores colectivo y el personal, puede arrojar semejante consecuencia, que se caracteriza por débiles lazos afectivos y bajo nivel de aproximación conciente y autorreflexiva.
El segundo plano, presupone una profundidad en la dimensión simbólica de estos rasgos. Acceder a los significados, los posibles sentidos que se les otorgue individualmente, y por ende, las valoraciones respecto a los elementos culturales con los que se define en cada caso y para cada grupo, su particular identidad cultural.
A tal efecto, resulta importante tener en cuenta algunos factores importantes, como son:
- La amplia gama de significados culturales heredados y los generados en las múltiples estructuras e interacciones sociales
- El lugar que ocupa cada colectivo y sujeto en la estructura de ordenamiento social imperante
- El papel y trascendencia de cada colectivo en cuanto a sus relaciones intra y extra grupales
- La valoración grupal e individual de estas interacciones y ordenamiento social
- El autorreconocimiento intragrupal y macrosocial
- La vivencialidad personal en la configuración del perfil psicológico del sujeto
Como puede apreciarse, este es un plano que respecto a los sujetos implicados puede brindar el acceso consciente y autoreflexivo en torno a los procesos de identidad, y por ende, a la cultura propia.
Es importante señalar que la identidad cultural se manifiesta más allá de la conciencia de sus portadores al respecto. Constituye una segunda piel que sólo por una intervención volitiva orientada conscientemente, se logra enmascarar.
Sin embargo, la adhesión consciente a los rasgos identificativos de la cultura, aquella a través de la cual estos cobran sentido para cada sujeto, se pueden establecer de dos formas básicas, ambas, íntimamente relacionadas con la vivencialidad de los sujetos.
Una de esas formas, tiene lugar cuando dichos rasgos distintivos. se reconocen sólo como productos de la realidad socio-histórica legada a través de la herencia cultural y los sujetos se sienten sólo como continuadores, portadores de estas peculiaridades.
Generalmente cuando tiene lugar tal forma de adhesión, los supuestos procesos de apropiación no han logrado rebasar la significación colectiva y adquirir el necesario sentido para cada sujeto.
La otra forma de adhesión, es el fruto de la participación protagónica en los procesos culturales, entendida como participación directa y consustancial no sólo en la apropiación; sino también en la construcción de contenidos culturales.
En ambas formas de adhesión, se aprecia que la significación social y el posible sentido de los contenidos culturales, estarán en dependencia de los niveles de participación alcanzados en los procesos de apropiación donde se re-creen dichos contenidos; la que generará tantas lecturas, como niveles de compromiso adquieran todos y cada una de los sujetos que, de una u otra forma, formen parte de esta realidad.
Todos los rasgos distintivos de la identidad cultural que se encuentren al margen de las coordenadas espacio-temporales respecto a determinados sujetos, es decir, no sean parte de su vivencialidad, y por tanto, producto de la cotidianeidad cultural en que se desenvuelve su existencia, necesitan el marco de negociación apropiado para lograr insertarse de manera tal, que adquieran la resignificación actualizada necesaria en los contextos vivenciales como contenido cultural vigente.

CAPITULO II
SENTIDO DE PERTENENCIA

 2.1. SENTIDO DE PERTENENCIA: UN FUERTE LAZO

Cuando una serie de particularidades comunes a un colectivo, sirven para distinguirlos de los demás, creando premisas para el autorreconocimiento como parte integrante del mismo, los vínculos de interacción grupal entre los miembros se hacen más sólidos y coherentes, tanto dentro como fuera del contexto de referencia.
Se establece pues, una identidad colectiva que traza y norma los mecanismos internos para la acción, conservación y desarrollo grupal, así como para mediar las relaciones con otros grupos.
Cada integrante entonces, se concientiza como sujeto de estos códigos intragrupales y se siente portador y representante del universo simbólico que recrean como grupo.
Esta peculiaridad relativa a la forma de adhesión a los rasgos distintivos de la identidad cultural, es el llamado sentido de pertenencia, que implica una actitud consciente y comprometida afectivamente ante el universo significativo que singulariza una determinada colectividad, en cuyo seno, el sujeto participa activamente.
Los vínculos de pertenencia pueden ser múltiples respecto a una misma persona, de acuerdo a la diversidad de roles e interacciones en que participe a lo largo de su vida. Así pues, la familia, las organizaciones sociales, la comunidad, pueden constituir simultáneamente medios a las que un mismo sujeto se sienta pertenecer.
El grado de compromiso individual y colectivo, así como los vínculos afectivos que se consolidan mediante el sentido de pertenencia son tales, que aún en los casos en que cesa la relación activa con el medio que lo origina, puede mantenerse la identificación con sus valores representativos, mientras estos no entren en conflicto con los valores más raigales de la identidad personal. La duración de este lazo emotivo es, por tanto. indeterminada, y sólo se extingue en la medida en que se transformen y construyan significados que enajenen la identificación del sujeto con los mismos.

2.2. NOCIÓN DE PERTENENCIA

Es necesario entender la noción de sentido de pertenencia, que es la satisfacción de una persona al sentirse parte integrante de un grupo. El sujeto, de este modo, se siente identificado con el resto de los integrantes, a quienes entiende como pares.
El sentido de pertenencia supone que el ser humano desarrolle una actitud consciente respecto a otras personas, en quienes se ve reflejado por identificarse con sus valores y costumbres.
Este sentido, por otra parte, confiere una conducta activa al individuo que está dispuesto a defender su grupo y a manifestar su adhesión, apoyo o inclusión a la comunidad de manera pública.


2.3. LA COTIDIANEIDAD COMO FUENTE DE REAFIRMACION

El desarrollo del protagonismo plantea la necesidad de reafirmar la identidad cultural y el sentido de pertenencia como recursos insustituibles para movilizar la participación sociocultural en esta dirección. Con esta finalidad, la promoción debe apelar, en primera instancia, al concierto de significados culturales distintivos cuyo consenso mayoritario funja como punto de contacto y entendimiento intergrupal, para propiciar posteriormente, el desarrollo de procesos negociados donde se favorezca la apropiación de aquellos contenidos culturales que requieran de resignificación contextual.
En este sentido resulta muy útil partir de contenidos culturales vigentes en la cotidianeidad de vida del colectivo o la comunidad, en cuya construcción significativa se encuentren de una forma u otra comprometido, parte importante de sus miembros.
La promoción de las múltiples expresiones de la cultura nacional, por ejemplo, ayuda a la reafirmación de la nacionalidad, porque facilita la interiorización de valores y actitudes ético-políticas; permite establecer lazos emocionales más fuertes con el patrimonio histórico-cultural del que somos herederos; crea, en fin, las condiciones para reconocerse en las peculiaridades distintivas de la identidad nacional.
Sin embargo, no basta para alcanzar estos objetivos con establecer contacto con los hechos y expresiones representativas de la cultura, ni con la ampliación de los conocimientos al respecto. Se patentiza entonces la necesidad de lograr el verdadero acceso a la cultura; sobre todo, cuando los referidos hechos y expresiones se han gestado en marcos socio-históricos separados de la vivencialidad cotidiana de los sujetos en cuestión, por el tiempo, la distancia a la carencia de compromiso personal en su significación social.
Los intentos en este sentida. suelen remitirse a la transmisión de conocimientos, o la exaltación de los valores culturales representativos, esfuerzos que no siempre alcanzan la trascendencia esperada por falta de autorreferencia en el sistema personal de valores.
La recreación de las expresiones de la cultura vigentes en el marca de la cotidianeidad, como escenario de construcción y resemantización actualizada de múltiples significados culturales, favorece el reconocimiento de los valores operativos para la colectividad y cada sujeto; que sí bien, en ocasiones se enmascaran en las brumas del anonimato diario, tienen la potencialidad de destacarse como muestras vivenciales y contemporáneas de una complejidad identificativa más amplia.
Pero la que resulta más importante es que al develar la complejidad cultural manifiesta en cada faceta de la cotidianeidad de vida local; al identificar y reconocernos en sus múltiples expresiones como elemento fundamental de su creación y continuidad, se hace más transparente y cercano el significado de los valores culturales legados a través del devenir histórica-social, se facilitan los procesos de apropiación y adquisición de sentido.
Afianzarse conscientemente en la identidad colectiva de color local desde la cotidianeidad, permite a su vez, establecer los contrastes diferenciadores con otros colectivos; pero, además, ayuda a reconocer los nexos y elementos culturales comunes a unos y otros grupos y comunidades.
Es decir, que la validación de la cultura local desde las más sencillas expresiones inmersas en lo cotidiano, puede ser un medio eficaz para acercarse a la esencia significativa más general y diversa de la identidad nacional; y por extensión, facilita autorreconocerse como agente portador y constructor de ese universo cultural y trascender a compromisos identificativos cada vez más cercanos a la esencia común del ser humano.

2.4. IMPORTANCIA DEL SENTIDO DE PERTENENCIA

El concepto de sentido de pertenencia es esencial para construir la identidad y la subjetividad de una persona. Hablamos así de elementos que nos hacen sentir parte de algo colectivo, grupal, que nos da subjetividad pero en el entorno de un grupo de personas con las que podemos compartir un sinfín de cosas.


2.5. LA INDIVIDUALIDAD SE CONSTRUYE EN CONJUNTO CON OTRAS PERSONAS

Cuando intentamos definir el concepto de sentido de pertenencia nos encontramos con un dilema muy importante: el pertenecer nos habla de ser parte de un grupo, de un colectivo de personas. Aquí debemos entonces señalar que nuestra individualidad es en gran parte aportes que elegimos nosotros tanto a nivel consiente como a nivel inconsciente y la construcción que hacemos de ella es absolutamente única en cada caso.
Sin embargo, todos esos elementos son parte de algo más complejo que es la sociedad o la comunidad y por lo tanto no pueden estar aislados de ella. Al estar en ese marco, podemos decir que nuestra identidad se elabora a partir del entorno y de aquellas personas y fenómenos sociales que nos rodean, que son esos y no otros por una razón social también.


2.6. CUANDO NOS SENTIMOS PARTE DE ALGO MEJORA NUESTRA CALIDAD DE VIDA

Como seres sociales que somos, está claro que sentirnos parte de un conjunto o de un colectivo social nos ayuda a subir nuestra autoestima, a sentirnos reconocidos, etc. El sentido de pertenencia social se puede hacer presente de muchas maneras diversas: uno puede sentirse parte de una nación, de una religión, de una convicción o creencia política o simplemente ser admirador en conjunto con otras personas de determinados estilos y grupos artísticos, deportivos o culturales.
El sentido de pertenencia también puede construirse en base a colectivos sociales que determinan nuestra vida, por ejemplo, como pasa con el colectivo LGBT que agrupa a aquellas personas que escapan a las reglas del patriarcado, o al feminismo, determinadas agrupaciones sociales y de protesta, etc. Todos estos ejemplos son claros en lo que hace a que una persona se sienta acompañada y parte de algo mucho más fuerte que la identidad individual.

2.7. LA CONSTRUCCIÓN DE LA PERTENENCIA COMO UNA POLÍTICA DE ESTADO

Desde siempre, los Estados locales o nacionales han necesitado generar y consolidar sentimientos de pertenencia que tuvieran que ver con identificaciones más emocionales que racionales. Las mismas han variado en gran parte según el contexto histórico, pero han ido desde lo político (por ejemplo, la necesidad de construir una identidad o pertenencia nacional) pasando por lo religioso (como cuando la religión se ha convertido en un elemento definitorio de la pertenencia a una comunidad) hasta lo social (cuando determinados movimientos políticos llegan al poder y construyen identidad de clase desde allí).
En todos los casos, tiene que ver con la necesidad de aglutinar a las poblaciones detrás de ciertas ideas, convicciones o sentimientos que nos hacen sentir plenos y acompañados por muchos otros individuos.

CONCLUSIONES

1.     Cada persona tiene rasgos físicos, cualidades personales, manifestaciones peculiares en su forma de ser y relacionarse con los demás.
2.     La identidad cultural, además de proporcionar elementos concretos de referencia y comparación, resume el universo simbólico que caracteriza a la colectividad, porque establece patrones singulares de interpretación de la realidad, códigos de vida y pensamiento que permean las diversas formas de manifestarse, valorar y sentir.
3.     Cada cultura produce los rasgos distintivos que la singularizan. Mediante la continuada interacción social en que el hombre desarrolla su existencia, se adoptan hábitos, costumbres, modos de acción y relación con el entorno natural y social, que sí bien están matizados por las peculiaridades de las vivencias personales e irrepetibles de cada sujeto.
4.  La Identidad cultural es el conjunto de valores, tradiciones, símbolos, creencias y modos de comportamiento que funcionan como elemento cohesionador dentro de un grupo social y que actúan como sustrato para que los individuos que lo forman puedan fundamentar su sentimiento de pertenencia.
5.    Cuando una serie de particularidades comunes a un colectivo, sirven para distinguirlos de los demás, creando premisas para el autorreconocimiento como parte integrante del mismo, los vínculos de interacción grupal entre los miembros se hacen más sólidos y coherentes, tanto dentro como fuera del contexto de referencia.
6.     Los vínculos de pertenencia pueden ser múltiples respecto a una misma persona, de acuerdo a la diversidad de roles e interacciones en que participe a lo largo de su vida. Así pues, la familia, las organizaciones sociales, la comunidad, pueden constituir simultáneamente medios a las que un mismo sujeto se sienta pertenecer.
7.     El grado de compromiso individual y colectivo, así como los vínculos afectivos que se consolidan mediante el sentido de pertenencia son tales, que aún en los casos en que cesa la relación activa con el medio que lo origina, puede mantenerse la identificación con sus valores representativos, mientras estos no entren en conflicto con los valores más raigales de la identidad personal.

BIBLIOGRAFÍA

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2.     Cirese. A. M: Ensayos sobre las culturas subalternas México.
CISINAH, 1979, pág. 53-56.
3.  Esteva, G: La relocalización de la iniciativa cultural. En Cultura, sociedad civil y proyectos culturales, México. 1975. pág. 79-85.
4.     González, F. y Mitjans, A.: La personalidad, su educación y desarrollo. Edit. Pueblo y Educación, 1989.
5.    Hernández, G: Apuntes en torno a la calidad en el trabajo cultural. En: Temas no4, La Habana, 1905.
6.     Kofman, A: El problema de la síntesis en la cultura latinoamericana. En: Temas no 19, La Habana, 1987.
7.     Max Neef, M: Desarrollo a escala humana, Edit. Popular G.A. Chile, 1997.
8.     Newman, O y otros: Identidad y contexto Edit. Grijalbo, Barcelona. 1995.
9.     Ramírez Saíz, J. M: Identidad en el movimiento urbano popular. En: Ciudades. no. 7, Red Nacional de Investigaciones, México. 1989.
10.  Sevilla. A: Iniciativas culturales en el movimiento urbano popular. En: Cultura, Sociedad Civil y Proyectos Culturales. CONACULTA. 1994, pág. 113 -129.
11.  Torre. C.: Psicología Latinoamericana entre la dependencia y la identidad. Fac. de Psicología UH, 1989.

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