¿SOMOS EMPLEADOS O PROVEEDORES DE SERVICIOS?


¿Cómo te ves en la organización en la que trabajas, eres un empleado o un proveedor de servicios? ¿Cumples las tareas que te asignan o te preocupas por generar valor cada día? ¿Cuál es tu aporte diferenciador respecto a quienes ocupan posiciones similares a la tuya?
Parte de la tarea de quien busca elevar su nivel de empleabilidad, o de hallar un nuevo empleo, es aprender a identificar sus logros y sus resultados laborales. Eso significa identificar el impacto que nuestro trabajo genera en los resultados de la empresa, es decir, todo aquello que hicimos que contribuyó al resultado y generó valor a la organización.
Los logros y resultados obtenidos en el trabajo son el factor diferenciador que demuestra nuestra calidad como proveedores de servicios profesionales para las organizaciones. Y si nosotros no somos conscientes de nuestro aporte, ¿quién lo verá?
En una sesión de los programas de recolocación laboral asistida o outplacement de LHH-DBM pedimos a un grupo identificar al menos veinticinco logros concretos obtenidos en el transcurso de su vida laboral; ¿tantos? Contestan siempre algunos ejecutivos muy preocupados.
Inicialmente muchos de nuestros asesorados temen no cumplir con cuantificar los resultados de su gestión. Erróneamente suelen describir lo que hacían, la función o responsabilidades que les encargaron, y no lo que lograron, es decir, su su contribución al resultado. Al comienzo de la dinámica muchos pretenden que el cargo que desempeñaban es suficiente para reinsertarlos en el mercado laboral. Sin embargo, cuando logran hacerlo (describir los logros cuantitativamente) quedan fascinados al tomar conciencia de la magnitud de su contribución, de todos los logros y resultados obtenidos a lo largo de su carrera, y se dan cuenta de que realmente eran proveedores de servicios, es decir, de soluciones reales que generan valor en las organizaciones.
Un punto vital que debemos entender para convertirnos en empleables es que no nos pagan por ir a trabajar, sino por agregar valor, por contribuir al resultado y metas específicas de la empresa y por satisfacer las necesidades de nuestros clientes.
En ese sentido, no basta con asistir al centro de trabajo puntalmente día tras día. Hay que realizar el trabajo encargado y hacerlo bien, y hacer más de lo que esperan de nosotros. Por supuesto, debemos entender claramente qué es lo que debemos hacer, cómo nos van a medir y cuáles son los indicadores de éxito de la posición y encargo en cada momento dado.
Esto supone que tomemos conciencia de que existe una nueva relación entre la empresa y nosotros. La del cliente (la organización que nos contrata) y nosotros como proveedores de servicios.
Así debemos vernos y considerarnos siempre como proveedores de servicios profesionales. Esto independientemente del nivel jerárquico que ocupemos en la empresa. Por ejemplo, a los ejecutivos nos gusta decir que somos ejecutivos. Pero lo cierto es que también somos proveedores de servicios.
Comprendamos lo siguiente: la relación laboral de hoy es de doble vía. Es una relación de pares, es una relación de negocios clara y bien definida. Nosotros somos los proveedores que vendemos nuestros servicios a ellos, una empresa, que tiene la necesidad de contar con esos servicios profesionales para su funcionamiento y generación de riqueza. Por lo tanto, la empresa es nuestro cliente y nosotros somos sus proveedores de servicios profesionales.
En mi caso, yo proveo a LHH- DBM de mis servicios profesionales como presidente de la compañía. Es de mi especial interés que la firma esté contenta con la calidad de mis servicios profesionales y las de mi equipo para que quieran seguir renovando nuestros contratos en forma permanente. Por ello, es nuestra responsabilidad asegurarnos de que LHH- DBM quiera seguir comprando nuestros servicios, que no nos reemplace por otros.
Que estemos en planilla, que cobremos nuestros servicios con recibo por honorario, que sea un trabajo temporal o parcial, que pasemos factura, en el fondo no interesa. La manera cómo manejamos la relación económica-monetaria no tiene relevancia en el tema central que es la relación entre nuestro cliente (la empresa en que laboramos) y nosotros (sus proveedores de servicios).
Entender esta relación implica asumir conscientemente que somos los únicos responsables de la calidad de servicio que entregamos. Implica el reto de reinventarse profesionalmente con una visión estratégica del negocio en el que nos desarrollamos, anticiparnos a lo que el mercado demanda y ofrecer mejores resultados que el resto. Al final, la estrategia que desarrollemos sobre nuestra carrera será la que defina nuestro éxito.

 POR:INES TEMPLE

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