Resumen EL DESAFIO
Las
botellas habían quedado vacías. Corría brisa y, unos momentos antes, habíamos
dejado de escuchar a la banda del cuartel Grau que tocaba en la plaza. El
puente estaba cubierto por la gente que regresaba de la retreta y las parejas que
habían buscado la penumbra del malecón comenzaban, también, a abandonar sus
escondites. Por la puerta del "Río Bar" pasaba mucha gente. Algunos
entraban. Pronto, la terraza estuvo llena de hombres y mujeres que hablaban en
voz alta y reían.
El viejo
hizo un gesto de despedida y se alejó por la avenida Castilla. Vivía en las
afueras, al comienzo del arenal, en un rancho solitario, que parecía custodiar
la ciudad. Caminamos hacia la plaza. Estaba casi desierta. Junto al Hotel de
Turistas, unos jóvenes discutían a gritos. Al pasar por su lado, descubrimos en
medio de ellos a una muchacha que escuchaba sonriendo. Era bonita y parecía
divertirse.
Caminé
de vuelta hacia el "Río Bar" y me senté al mostrador. Pedí una
cerveza y un sándwich, que no terminé: había perdido el apetito. Alguien me
tocó el hombro. Era Moisés, el dueño del local.
Acabé la
cerveza y salí a caminar por el malecón, pero regresé pronto. Desde la puerta
del "Río Bar" vi a Justo, solo, sentado en la terraza. Tenía unas
zapatillas de jebe y una chompa descolorida que le subía por el cuello hasta
las orejas. Visto de perfil, contra la oscuridad de afuera, parecía un niño,
una mujer: de ese lado, sus facciones eran delicadas, dulces. Al escuchar mis
pasos se volvió, descubriendo a mis ojos la mancha morada que hería la otra
mitad de su rostro, desde la comisura de los labios hasta la frente. (Algunos
decían que había sido un golpe, recibido de chico, en una pelea, pero Leonidas
aseguraba que había nacido en el día de la inundación, y que esa mancha era el
susto de la madre al ver avanzar el agua hasta la misma puerta de su casa).
La gente
que estaba en el "Río Bar" había disminuido. Quedaban algunas
personas en el mostrador, pero en la terraza sólo estábamos nosotros.
Era
extraño ese temor, porque siempre habíamos bajado al cause del río,
descolgándonos por el tejido de hierros que sostiene el puente. Avanzamos una
cuadra por la avenida, luego doblamos a la derecha y caminamos un buen rato en
silencio. Al descender por el minúsculo camino hacia el lecho del río, Briceño
tropezó y lanzó una maldición. La arena estaba tibia y nuestros pies se
Hundían, como si andáramos sobre un mar de algodones. León miró detenidamente
el cielo.
En un
tiempo, nadie sabía cuándo, había caído sobre el lecho del río un tronco de
algarrobo tan enorme que cubría las tres cuartas partes del ancho del cauce.
Era muy
pesado y, cuando bajaba, el agua no conseguía levantarlo, sino arrastrarlo
solamente unos metros, de modo que cada año, "La Balsa" se alejaba
más de la ciudad. Nadie sabía tampoco quién le puso el nombre de "La
Balsa", pero así lo designaban todos.
- Ellos
ya están ahí - dijo León.
Nos
detuvimos a unos cinco metros de "La Balsa. En el débil resplandor
nocturno no distinguíamos las caras de quienes nos esperaban, sólo sus
siluetas. Eran cinco. Las conté, tratando inútilmente de descubrir al Cojo.
-
¡Silencio! - dijo el Cojo. Se habían aproximado todos ellos y el Cojo se
adelantó hacia mí. Era alto, mucho más que todos los presentes. En la penumbra,
yo no podía ver; sólo imaginar su rostro acorazado por los granos, el color
aceituna profundo de su piel lampiña, los agujeros diminutos de sus ojos,
hundidos y breves como dos puntos dentro de esa masa de carne, interrumpida por
los bultos oblongos de sus pómulos, y sus labios gruesos como dedos, colgando
de su barbilla triangular de iguana. El Cojo rengueaba del pie izquierdo;
decían que en esa pierna tenía una cicatriz en forma de cruz, recuerdo de un
chancho que lo mordió cuando dormí
ESCENARIO
Avenidas
y malecón
La
balsa
PERSONAJES
Justo
Lu
León
El
cojo
Briceño
TEMA PRINCIPAL
Narra
la pelea a cuchillo entre el adolescente justo y el cojo. La pelea se
desarrolla en un lugar llamado “la balsa”. El cuento finaliza con la muerte del
muchacho justo, quien es acuchillado por el experto peleador.
APRECIACIÓN
CRITICA
Este
cuento nos hace reflexionar sobre los problemas que aquejan a la juventud y que
no deberíamos dejarnos influenciar por nuestra actitudes negativas. En el caso,
especifico de la obra no deberíamos solucionar nuestros problemas con peleas
callejeras, sino mas bien deberíamos conversar, dialogar y llegar a acuerdos
con las personas con las que tenemos conflictos y rivalidad.