Resumen EL CABALLERO CARMELO de Abraham Valdelomar
I. Datos generales de la obra
Género:
Cuento
Subgénero:
Autobiografía
Época
Hay que distinguir la época en que fue esbozado y escrito el cuento
(entre los años 1912-13) y la época en que está ambientado el relato, lo cual
podemos fechar, teniendo en cuenta su carácter autobiográfico, entre los años
1896-97, es decir cuando el protagonista-narrador tenía entre 8 a 9 años de
edad. Prueba del talento del escritor es que, siendo un hombre mayor, se
retrotrae a la época de su lejana infancia y con la sensibilidad de un niño
relata esta historia sencilla pero que bajo su pluma se convierte en
maravillosa.
II. Resumen
Los hechos narrados suceden en Pisco, en torno a la familia del
narrador, quien recuerda en primera persona un episodio imborrable que vivió en
su niñez, a fines del siglo XIX. Un día, después de un largo viaje, Roberto, el
hermano mayor de la familia, llegó cabalgando cargado de regalos para sus
padres y hermanos. A cada uno entregó un regalo; pero el que más impacto causó
fue el que entregó a su padre: un gallo de pelea de impresionante color y
porte. Le pusieron por nombre el «Caballero Carmelo» y pronto se convirtió en
un gran peleador, ganador en múltiples duelos gallísticos. Ya viejo, el gallo
fue retirado del oficio y todos esperaban que culminaría sus días de muerte
natural. Pero cierto día el padre, herido en su amor propio cuando alguien se
atrevió a decirle que su «Carmelo» no era un gallo de raza, para demostrar lo
contrario pactó una pelea con otro gallo de fama, el «Ajiseco», que, aunque no
se igualaba en experiencia con el «Carmelo», tenía sin embargo la ventaja de
ser más joven. Hubo sentimiento de pena en toda la familia, pues sabían que el
«Carmelo» ya no estaba para esas lides. Pero no hubo marcha atrás, la pelea
estaba pactada y se efectuaría en el día de la Patria, el 28 de julio, en el
vecino pueblo de San Andrés. Llegado el día, los niños varones de la familia
acudieron a observar el espectáculo, acompañando al padre. Encontraron al
pueblo engalanado, con sus habitantes vestidos con sus mejores trajes. Las
peleas de gallos se realizaban en una pequeña cancha adecuada para la ocasión.
Luego de una interesante pelea gallística les tocó el turno al «Ajiseco» y al
«Carmelo». Las apuestas vinieron y como era de esperar, hasta en las tribunas llevaba
la ventaja el «Ajiseco». El «Carmelo» intentaba poner su filuda cuchilla en el
pecho del contrincante y no picaba jamás al adversario. En cambio, el «Ajiseco»
pretendía imponerse a base de fuerza y aletazos. Repentinamente, vino una
confrontación en el aire, los dos contrincantes saltaron. El «Carmelo» salió en
desventaja: un hilillo de sangre corrió por su pierna. Las apuestas aumentaron
a favor del «Ajiseco». Pero el «Carmelo» no se dio por vencido; herido en carne
propia pareció acordarse de sus viejos tiempos y arremetió con furia. La lucha
fue cruel e indecisa y llegó un momento en que pareció que sucumbía el
«Carmelo». Los partidarios del «Ajiseco» creyeron ganada la pelea, pero el
juez, quien estaba atento, se dio cuenta de que aún estaba vivo y entonces
gritó. «¡Todavía no ha enterrado el pico señores!». Y, efectivamente, el
«Carmelo» sacó el coraje que sólo los gallos de alcurnia poseen: cual soldado
herido, arremetió con toda su fuerza y de una sola estocada hirió mortalmente
al «Ajiseco», quien terminó por «enterrar el pico». El «Carmelo» había ganado
la pelea pero quedó gravemente herido. Todos felicitaron a su dueño por la
victoria y se retiraron del circo contentos de haber visto una pelea tan
reñida. El «Carmelo» fue conducido por Abraham hacia la casa, y aunque toda la
familia se prodigó en su atención, no lograron reanimarlo. Tras sobrevivir dos
días, el «Carmelo» se levantó al atardecer mirando el horizonte, batió las alas
y cantó por última vez, para luego desplomarse y morir apaciblemente, mirando
amorosamente a sus amos. Toda la familia quedó apesadumbrada y cenó en silencio
aquella noche. Según palabras del autor, esa fue la historia de un gallo de
raza, último vástago de aquellos gallos de pelea que fueron orgullo por mucho
tiempo del valle del Caucato, fértil región de Ica donde se forjaban dichos
caballeros.
III. Argumento
Contado en primera persona con un lenguaje tierno, conmovedor y
ambientado en un entorno provinciano y rural, este cuento nos narra la historia
de un viejo gallo de pelea llamado el Caballero Carmelo, que debe enfrentar a
otro más joven, el Ajiseco. El Carmelo, sacando fuerzas de flaqueza, gana, pero
queda gravemente herido y poco después muere, ante la consternación de sus
dueños. Este es el tema central.
Como temas secundarios podemos mencionar la vida familiar en el hogar
del protagonista-narrador (incluida las peripecias del gallo «Pelado») y la
vida de los pescadores de la aldea San Andrés, cercana a Pisco.
IV. Personajes
a. Personajes Principales
Los personajes principales son animales, en este
caso dos gallos de pelea:
- El Carmelo
- El Ajiseco
- El otro personaje principal es el narrador y testigo de la historia, es decir el mismo Abraham Valdelomar, que cuando aquella transcurre debía tener entre 8 y 9 años de edad, no más (algunas versiones dicen que tenía entonces 12 años, pero esto es improbable, ya que cerca de cumplir 11 años abandonó Pisco con toda su familia y se fue a vivir a Chincha).
b. Principales Secundarios
Luego están los integrantes de la familia del narrador:
- Los padres (cuyos nombres no se mencionan). El padre, el aficionado de la gallística, se levantaba temprano para ir a trabajar. La madre se dedicaba a las tareas del hogar y al cuidado de sus 6 hijos menores todavía.
- Los hermanos:
- Roberto, el mayor, quien retorna al hogar luego de un largo viaje trayendo regalos.
- Anfiloquio, el protector del gallo «Pelado».
- Rosa, la hermana mayor.
- Jesús, una niña muy inquieta y sensible, de menor edad de Abraham.
- Héctor, sin duda muy pequeño aún, pues no participa en la historia y solo se le menciona como uno de los receptores de los regalos del hermano mayor.5
- Finalmente, son mencionados también el panadero («un viejo dulce y bueno»), el entrenador del Carmelo, el juez de las jugadas de gallos, el dueño del Ajiseco, los espectadores y apostadores de las peleas de gallos, los pescadores de la caleta de San Andrés.
V. Importancia
Con El caballero Carmelo se inicia el cuento criollo en el Perú, en
forma de cuento costeño que retrata la vida del hogar provinciano. Aunque la
más correcta definición sería «neocriollo», para diferenciarlo del antiguo
criollismo, festivo y a menudo satírico, que contrasta con la nota de
melancolía con que están teñidos los cuentos criollos valdelomarianos. Habría
que agregar que estos cuentos son los que han marcado con mayor intensidad y
duración el proceso de la literatura peruana. Con ellos prácticamente la
narrativa peruana ingresa a la modernidad. Basadre señala también que con
Valdelomar aparece por primera vez el niño como protagonista en la narrativa
peruana.
VI. Mensaje
El amor filial y fraternal. La unidad familiar. El hermano mayor que
retorna al hogar luego de recorrer el país (en busca de trabajo) y trae regalos
para cada uno de los miembros de su familia (padres y hermanos).
El entorno hogareño armónico. La madre, abnegada y cariñosa, que cumple
devotamente sus tareas conyugales y vela por su numerosa familia. El padre que
sale temprano a trabajar y que regresa al atardecer al hogar.
El respeto a la autoridad paterna; a pesar de que la decisión del padre
causa pesar a la madre y a los hijos, ninguno de ellos se rebela de manera
desaprensiva contra tal decisión.
El sentimiento de sincero respeto y admiración hacia la raza nativa,
«los hijos del sol»; y en general hacia todas las personas sencillas dedicadas
a tareas como la pesca y la artesanía.
La sensibilidad por el sufrimiento de un animal; cuando el Carmelo es
llevado a casa gravemente herido es «sometido a todo tipo de atenciones»;
cuando muere, toda la familia queda apesadumbrada.
Gracias a este cuento podemos darnos cuenta que la vida está llena de valores y muchas pruebas, que tienes que valoras las cosas y apreciarlas.