Cuento EL NIÑO QUE ROBÓ UN HECHIZO
EL NIÑO QUE ROBÓ UN HECHIZO
- ¡Oh,
Gran Mago! ¡Ha ocurrido una tragedia!
Manu ha robado el elixir con el hechizo lanza palabras.
-
¿Manu?
¡pero si ese niño es muy mal educado que insulta a todo el mundo! Esto es
terrible. ¡Hay que detenerlo antes de que lo beba!
Pero ya era demasiado tarde. Manu recorrería la ciudad
insultando a todos solo para ver como sus palabras tomaban forma y sus letras
se lanzaban contra quien fuera como fantasmas que, al tocarlos, los atravesaban
y los transformaban en aquello que hubiera dicho Manu. Así, siguiendo el rastro
de tontos, feos, idiotas, gordos y viejos, el mago y sus ayudantes no tardaron
en dar con él.
-
¿Deja
de hacer eso, Manu! Estas fastidiando a todo el mundo. Por favor, bebe esto
otro elixir para deshacer el hechizo antes de que sea tarde. - ¡No quiero!
¡Esto es muy divertido! Y soy el único que puede hacerlo ¡ja, ja, ja, ja! Tontos
¡Lelos! ¡Calvos! ¡Viejos! – grito haciendo una metralleta de insultos. – Tengo
una idea, maestro – dijo uno de los ayudantes mientras escapaban.
En los siete días que
el mago tardó en inventar algo, Manu llego a convertirse en el dueño de la
ciudad, en el cual todos le servían y obedecían por miedo. Por suerte, el mago
pudo usar su magia para llegar hasta Manu durante la noche y darle unas gotas
de la nueva poción mientras dormía.